El exgobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, dejó una marca imborrable en la política mexicana, no solo por las acusaciones de corrupción y desvío de recursos, sino también por la vida de excesos y lujos que caracterizó su administración. Uno de los aspectos más notorios de su gestión fue la creación de una red de empresas fantasmas a través de las cuales se desviaron miles de millones de pesos. Esta riqueza mal habida permitió a Duarte adquirir múltiples propiedades de alto valor, las cuales eventualmente fueron confiscadas por las autoridades.
Entre las propiedades vinculadas a Duarte, una de las menos conocidas es una lujosa casa ubicada en pleno Centro Histórico de Veracruz. La vivienda, situada en la avenida Lerdo, entre 5 de mayo y Madero, está actualmente en venta o renta. Avalada en más de 4.5 millones de pesos, la casa es ofrecida por un propietario que la renta en 25 mil pesos mensuales.
La fachada de madera y la amplitud de sus cuartos, pasillos y estancias destacan en este inmueble, que incluye dos plantas con cochera, sala, comedor, cocina integral, tres recámaras, tres baños completos, bodega y cuarto de servicio. Además, cuenta con acceso a uno de los callejones más transitados del puerto de Veracruz, el callejón Sebastián Holtzinger.
Esta propiedad, al igual que otras vinculadas a Duarte, ha estado envuelta en procesos legales desde su arresto en abril de 2017, cuando fue detenido en Guatemala tras meses prófugo. La Fiscalía General de la República confiscó varias de sus propiedades, entre ellas ranchos y residencias de lujo como el rancho El Faunito y Las Mesas, así como propiedades en Houston y Tlacotalpan.
Una de las revelaciones más significativas fue que la casa en la calle Lerdo fue vaciada en enero de 2017, pocos meses antes de la detención de Duarte. Un camión de mudanza se encargó de retirar las pertenencias, sin que los trabajadores ofrecieran declaraciones a la prensa.
Este inmueble también jugó un papel clave en los términos del divorcio entre Javier Duarte y Karime Macías en 2020, cuando se incluyó en las negociaciones sobre la pensión alimenticia para sus hijos, que fue fijada en 180 mil pesos mensuales. Duarte intentó evitar que la propiedad fuera subastada por el SAT en aquel momento, logrando pagar las multas y detener el remate.
A lo largo de su mandato como gobernador de Veracruz, entre 2010 y 2016, Duarte acumuló numerosas acusaciones de corrupción y enriquecimiento ilícito. Tras su fuga en 2016, fue finalmente capturado en Guatemala y extraditado a México, donde enfrenta una sentencia de nueve años de prisión por delitos de asociación delictuosa y operaciones con recursos de procedencia ilícita.
A pesar de que algunos consideran que su sentencia fue insuficiente dada la magnitud de sus crímenes, el impacto de su gobierno sigue resonando en Veracruz. Las propiedades que alguna vez fueron símbolo de su poderío y exceso, hoy son recordatorios tangibles de uno de los escándalos de corrupción más grandes en la historia de México.
