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Chihuahua: entre barrancas, desiertos y leyendas, el corazón del norte mexicano

En el norte del país, donde la tierra árida se funde con montañas imponentes, el estado de Chihuahua despliega un abanico de paisajes y experiencias que lo convierten en un destino turístico imperdible. Más allá de su vastedad territorial —es el estado más grande de México—, su riqueza cultural, histórica y natural hace de este territorio un cruce de caminos entre el pasado indígena, el legado revolucionario y la majestuosidad del desierto.

La Barranca del Cobre: un titán de la naturaleza

Chihuahua es hogar de uno de los sistemas de cañones más espectaculares del planeta: la Barranca del Cobre, una red de profundos abismos más extensa y en algunos puntos más profunda que el Gran Cañón de Colorado. Su epicentro turístico, el poblado de Creel, es la puerta de entrada a esta maravilla natural, desde donde parten excursiones a miradores como el de Piedra Volada o Divisadero y donde el tren Chepe Express regala vistas inigualables mientras serpentea entre acantilados, túneles y puentes.

El Chepe: tren de leyenda

Viajar a bordo del Chepe, el legendario tren Chihuahua-Pacífico, es una de las experiencias más auténticas del norte mexicano. El recorrido va desde Chihuahua capital hasta Los Mochis, atravesando montañas, valles y pueblos indígenas como Batopilas y Urique, antiguos enclaves mineros que aún conservan el eco de la historia colonial y la resistencia rarámuri.

Chihuahua capital: cuna de historia

En la capital del estado, la Ciudad de Chihuahua, se entrelazan la elegancia virreinal con los ecos de la Revolución Mexicana. El Palacio de Gobierno, el Museo de la Revolución —ubicado en la antigua casa de Pancho Villa— y el Templo de San Francisco, donde fueron velados los restos de Miguel Hidalgo, ofrecen una inmersión en la historia nacional. La ciudad también destaca por su vibrante vida cultural y su moderna infraestructura turística.

La ruta del desierto y el pasado

Más al norte, las dunas de Samalayuca dibujan un paisaje de otro mundo. Este mar de arena es ideal para el sandboarding, los paseos en cuatrimoto y la fotografía de paisajes surrealistas al amanecer o el atardecer. No muy lejos, la Cueva de los Portales recuerda los días en que Pancho Villa y sus tropas se refugiaban en medio del desierto.

Cultura rarámuri y tradiciones vivas

El alma de Chihuahua también reside en su pueblo originario, los rarámuri (tarahumaras), conocidos por su resistencia física y su profunda conexión con la tierra. Artesanías, danzas tradicionales y el mítico “korima” —el acto de compartir sin esperar nada a cambio— son parte viva de una cultura que, lejos de desaparecer, enriquece al visitante con una visión ancestral del mundo.

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