
El sur de Suiza enfrenta una de sus peores catástrofes naturales en tiempos recientes tras el colapso del glaciar Birch, que provocó un deslizamiento masivo de rocas y tierra sobre el pequeño pueblo alpino de Blatten.
La comunidad, evacuada de forma preventiva días antes, fue testigo de como el poblado completo fue arrasado por la fuerza de una montaña.
El suceso ocurrió el pasado 28 de mayo, a las 15:30 hora local, cuando aproximadamente tres millones de metros cúbicos de roca se desprendieron de la ladera inestable, desplazándose a gran velocidad por el valle del río Lonza. La enorme masa de tierra arrastró también hielo y sedimentos, alcanzando incluso la ladera opuesta. Las autoridades confirmaron la desaparición de al menos una persona.
“Es un evento extraordinario”, declaró Albert Rösti, consejero federal suizo a cargo del área de Medio Ambiente. Por su parte, Raphaël Mayoraz, responsable cantonal en gestión de riesgos naturales, reconoció que no se tienen antecedentes de un fenómeno similar en la región.
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Las alarmas se habían encendido semanas atrás. El terreno alrededor del glaciar Birch mostró inestabilidad desde principios de mayo, y el 19 del mismo mes se tomó la decisión de evacuar Blatten, un poblado de cerca de 300 habitantes. Según testigos, el suelo ya había mostrado signos de fractura la noche anterior al derrumbe.
“Hoy perdimos el pueblo, pero no nuestro corazón”, expresó el alcalde de Blatten antes de dejar la localidad, en palabras que resumen la mezcla de pérdida y resiliencia que envuelve a los habitantes desplazados.
Muchas de las casas quedaron completamente destruidas, aunque aún no se han publicado cifras oficiales sobre los daños materiales.
Videos difundidos en redes sociales muestran la magnitud del desastre: una avalancha descendiendo con violencia por la ladera, levantando una nube de polvo y escombros que cubrió el valle en minutos.
Actualmente, las autoridades suizas evalúan la seguridad del terreno, así como la viabilidad de una eventual reconstrucción. Sin embargo, más allá del impacto material, la dimensión simbólica del colapso del glaciar ha dejado una huella profunda en la memoria colectiva del país.
Blatten, ahora cubierto por piedra y hielo, se convierte en el doloroso recordatorio de una montaña cuya advertencia, aunque prevista, resultó imposible de detener.