Vinos Fortificados
Columna: Descorchando tus sentidos
Ahora que todavía seguimos con frío, se me antoja platicarte sobre estas joyas líquidas llenas de historia. Son cálidos, untuosos, profundos y calientan el alma y el cuerpo sorbo a sorbo. ¿Sabías que varios como el Oporto y el Jerez son inclusive patrimonio cultural protegido? Estas joyas enológicas, enriquecidas o fortificadas con alcohol vínico (de ahí su nombre genérico) ofrecen una experiencia enigmática y seductora.
El Oporto, los vinos de Jerez, el Madeira, el Marsala, el Banyuls son nombres que evocan tanto paisajes históricos como técnicas ancestrales. Cada uno de ellos tiene un carácter distintivo por su apego geográfico, es decir, su terroir o terruño, pero también por su técnica enológica pues sin ella, no serían lo que son.
Por ejemplo, los vinos de Jerez se dividen en 9 diferentes estilos basados ya sea en su envejecimiento bajo velo de flor en las cálidas tierras andaluzas o bien basados en su envejecimiento oxidativo en barricas o bien en su grado de dulzor y mezcla. Son sumamente complejos y excitantes y definitivamente requieren de un paladar atrevido.
El Oporto, es el fiel representante fortificado del Douro portugués, los hay blanco, rosado y tinto, estos últimos los más conocidos y sin duda complejos y especiales con tintes frutales intensos, una estructura robusta y notas amaderadas cuanto más tiempo tengan. Desde los Rubí que son más sencillos y llenos de fruta roja y negra hasta los Tawny más amaderados y divididos en edad promedio de estancia en madera ya sea 10, 20, 30 ó 40 años, aunado a los vintage y otras curiosidades como los Quinta.
¿Qué hace a los vinos fortificados tan atractivos? Su diversidad de estilos, su profundo sabor y aroma y su versatilidad. Pueden servirse como aperitivo, acompañando quesos fuertes, sobre todo queso azul y con postres sobre todo de chocolate, pero no olvides que pueden ser el inicio, el cierre y el todo de una fiesta, es decir, puedes armonizar un menú completo de principio a fin con ellos. Hoy día los vemos cada vez más en coctelería también.
Además, su alto contenido alcohólico y su propia evolución los hace excepcionalmente longevos, permitiéndoles resistir décadas en la botella sin perder su esencia. Redescubrir los vinos fortificados no solo es un placer para el paladar, sino también un viaje a través del tiempo. Así que, la próxima vez que busques algo especial, apuesta por un vino fortificado y cárgate de historia y sabor.