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Los Fabulosos Cadillacs dan concierto emotivo en Estadio GNP

Los Fabulosos Cadillacs, son conscientes de su carácter de banda histórica en el rock hispano. Y como tal lo presumen en el escenario cada que suben a tocar. A veces son incluso soberbios, apenas y voltean a ver al público, pero otras como este viernes por la noche, todos los músicos muestran una alegría desbordante, con un Vicentico disfrutando al punto de llorar.



Desde que las medidas por la pandemia de COVID-19 se levantaron en México, y regresaron los grandes festivales y conciertos, Los Fabulosos Cadillacs se han presentado cuatro ocasiones en la capital. La primera de ellas en el Vive Latino 2022, después en el Zócalo de la Ciudad de México donde mantienen el récord como el grupo que más público ha reunido en la plaza con 300 mil personas, y antes de la noche de este viernes 22, se presentaron en el Palacio de los Deportes.

En cada ocasión la banda dio muestra de su frescura, cantó temas clásicos para complacer a todos sus seguidores y fue cantando temas que no suelen repetir de un show a otro. Por ejemplo en el Palacio de los Deportes cantaron “Revolución Rock” un tema de ska puro y duro.


Pero este viernes desquitaron la energía que aún puede presumir la banda. Los clásicos como “Vasos Vacíos”, “Matador”, “Mal Bicho”, y “Yo no me sentaría en tu mesa” tampoco faltaron. Pero la cadencia, la interpretación, la comunicación entre los miembros del grupo, y el repertorio tuvo una intención distinta a sus tres shows previos.

Primero incluyeron un momento acústico, donde cantaron “Basta de llamarme así”, un tema que habla de superar la muerte de un ser querido, una canción que difícilmente la banda toca en vivo desde hace varios años, y ahora incluyeron como un tema principal en su repertorio. En medio de ese momento emotivo, con la banda junta en la orilla de la tarima del escenario, comenzaron a interpretar también de forma acústica “Vos Sabés”, un tema que habla del vínculo padre e hijos.

Y fue tanto el disfrute de la banda que terminaron bailando abrazados en el escenario, como si por un momento la tarima de convirtiera en un “boliche” argentino, o la casa de uno de los miembros y estuvieran compartiendo unas cervezas.



Tal fue el nivel de complicidad y de confianza que Favio Cianciarulo el bajista de la banda, y miembro fundador, salió de la escena por un momento y volvió con un bebé en brazos, su hijo o su nieto no se sabía. Pero la banda gozaba como si fuese una bohemia improvisada en una noche de borrachera. Para sumar a la emotividad cantaron “Padre Nuestro”, una cumbia villera, y uno de los temas más coreados de la noche y más queridos pero que es la primera vez en 4 años que la interpretan en México. Y se vio a un Vicentico bailando, riéndose, fingiendo ser un conejo, moviendo las manos por encima de su cabeza.

“Bueno”, pronunció el vocalista, como si el concierto para 65 mil personas fuese una persona a la que le habla en la calle para contarle un problema, con un nivel de confianza, y sentido común, que el público hasta río de la actitud del cantante.

“Que alegría inmensa, este show es increíble para nosotros, tantos recuerdos y tantos presentes convergen aquí. Quién sabe más adelante, pero hoy estamos acá felices de que hayan venido un inmenso honor, una alegría nunca mensurable, gracias por esta noche que es toda nuestra”, dijo el vocalista.

La actitud por parte de la banda fue otra, como si por una noche fuesen conscientes de que su profesión, como ninguna otra, dura para siempre y deseaban disfrutar en el Estadio GNP como si fuese la última.

El problema es que los mensajes, la diversidad, la emoción que imprimían en cada interpretación fue tan profunda y consciente por parte de la banda, que pareció por momentos en efecto una despedida. “Hasta siempre”, dijo Vicentico al final del show, antes de que cantarán “Yo no me sentaría en tu mesa”.

Pero como dijo Vicentico durante el show, “después quién sabe”, por ahora la banda argentina volvió a dar un show con éxito, y dejó satisfechos a sus seguidores que aún coreaban el “Lororo lorooo, lo lorololololo”, de “Yo no me sentaría en tu mesa”, aún al salir del estadio.

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