Turismo de masas crea focos de tensión y malestar entre europeos
Después del devastador impacto económico causado por los encierros obligados para frenar al Covid-19, la industria del turismo de la Unión Europea (UE) se recupera a niveles no anticipados. De acuerdo con la European Travel Commission (ETC), la red que aglutina a los organismos públicos de promoción turística, el sector ha salido de la pandemia más fuerte que nunca.
En el segundo trimestre del año en curso, el número de visitantes extranjeros aumentó en 6% y las noches en hospedaje 7%, en comparación con 2019, lo que significa que ha habido un crecimiento anual de 12% y 10%, respectivamente.
Señala que el crecimiento se debe principalmente a los viajes al interior del bloque, particularmente procedentes de Alemania, Italia, Francia y Países Bajos; más de tres de cada cuatro franceses, holandeses, austriacos, luxemburgueses y finlandeses participan anualmente en actividades turísticas, pero no sólo los desplazamientos aumentan, también el gasto, se prevé que los turistas desembolsen en los destinos europeos 800 mil millones de euros en 2024, 13.7% más que en 2023.
Para el presidente del ETC, Miguel Sanz, el crecimiento es alentador y ayudará a las pequeñas empresas que aún se están recuperando de la pandemia, así como a las que están teniendo dificultades para hacer frente al aumento de los costes operativos generados por el contexto económico actual. La industria del turismo en la Unión Europea está compuesta por 2.3 millones de negocios, principalmente medianos y pequeños, da empleo a 12.3 millones de personas y representa 10% del PIB, de ahí que el crecimiento económico, el empleo y el desarrollo social esté estrechamente ligados a su desempeño.
A pesar de su relevancia, el sector está enfrentando una presión social y política no vista y que ha sido provocada por su éxito.
La masificación está creando focos de tensión y malestar entre los pobladores de algunos destinos consolidados, por ejemplo, en julio, miles de personas tomaron las calles de la isla española de Mallorca y pidieron poner límites. Los portavoces del colectivo Banc del Temps de Sencelles, Javier Barbero y Carme Reynés, justificaron la acción reclamando un modelo justo, que incluya vivienda digna para los locales, mejora de servicios públicos y conservación de la naturaleza. Imágenes de protestas similares se han visto en otros destinos, como el pueblo de Hallstatt, en el distrito austriaco Salzkammergut y que supuestamente sirvió de inspiración para la película Frozen de Disney; mientras que en algunas localidades de Grecia, como Atenas, han aparecido pintas urbanas que dicen “Tourists Go Home” y “Burn Airbnb”.
Este malestar está obligando a las autoridades de algunas entidades a tomar medidas extraordinarias relacionadas con el turismo, como el congestionamiento vial, el exceso de afluencia, la especulación inmobiliaria o la creación de pueblos fantasmas. Ante la falta de modelos de referencia o una estrategia de coordinación, la atención está depositada en Venecia, el epítome de los destinos culturales europeos y que sin promoción, sigue siendo un punto deseado en todo el mundo.
Venecia introdujo como tasa de acceso de 5 euros para personas de más de 14 años que no tengan alojamiento o visiten en las horas pico, de 8:30 a 16:00 horas. Adicionalmente, la autoridad prohibió el uso de altavoces por parte de los guías y limitó a 25 personas el tamaño de los grupos de turistas. En caso de incumplimiento, una multa de entre 50 y 300 euros.
“No existen varitas mágicas ni mucho menos recetas milagrosas, pero la colaboración entre los sectores público y privado es la única manera de construir, con el tiempo, ese modelo capaz de afrontar con éxito las principales cuestiones que plantea el futuro”, dijo Simone Venturini, Concejal de Turismo del ayuntamiento de la ciudad de los canales.
Otras ciudades italianas también están levantando la guardia, como Florencia, la isla de Capri y los cinco pueblos de la costa de la provincia de La Spezia, conocidos como Cinque Terre, en donde se registró durante 2023 una concentración de 4 millones de visitantes en un kilómetro cuadrado. Entre las soluciones está la Cinque Terre Card, una herramienta que permite controlar el número de personas que visitan los senderos que van en sentido único, como la Via dell’Amore, una calle peatonal panorámica clavada en los acantilados de la costa.
No es gratis, su precio fluctúa de acuerdo a la temporada y la afluencia, la entrada es a partir de los 7.50 euros, que incluye acceso a los senderos, el parque, uso de autobús, baño y red wifi. Para controlar la afluencia de personas se usan drones y contadores digitales de personas. A esta “solución” se añade una app digital, actualizada en tiempo real y diseñada para dirigir al visitante a los lugares menos concurridos cuándo es necesario, y la creación de una zona de tránsito marítimo exclusiva para embarcaciones eléctricas, con la finalidad de reducir el ruido y la llegada de grandes naves.
Grecia, Holanda, Portugal, Francia y el Reino Unido, igualmente han empezado a introducir medidas, o estudian opciones, dirigidas a atender las quejas de los locales por ruido, aglomeraciones y el encarecimiento de la propiedad por especulación y rentas de corto plazo. En el país galo, el Senado introdujo una legislación que permite a los municipios regular el sector inmobiliario cuándo este afecta el mercado de alquiler.
Lo mismo en Holanda. Para frenar la escalada de precios inmobiliaria que empuja a los jóvenes a migrar y transforma los pueblos en sitios fantasma, en la provincia sureña de Zelanda, el municipio de Sluis limitó la oferta de alquiler de una propiedad a 28 días al año, y para evitar el fraude, hizo obligatorio el registro. En caso de incumplimiento, la multa es de 8 mil 700 euros. En otras latitudes, concretamente en la Isla de Bréhat, en la región de Bretaña, Francia, también se han fijado límites en el número de visitas diarias para resguardar la localidad y el bienestar. Del 22 de julio al 23 de agosto, el tope fue de 4 mil 700 visitantes al día entre las 8:30 y las 14:30 horas.
El gobierno del presidente Emmanuel Macron reconoció, previo al colapso electoral en las europeas y legislativas de este año, que la solución a la saturación está en la reorientación del turismo.
Mientras que en la Venecia de Holanda, en el pueblo de Giethoorn, se dice que la respuesta está en el equilibrio entre vivienda, economía y ocio: “Giethoorn es conocido en todo el mundo. Hay que visitarlo por lo menos una vez en la vida. Queremos ser un municipio hospitalario y hacer que los visitantes se sientan bienvenidos, pero nos parece igual de importante que los habitantes se sientan en casa en su propio pueblo”, afirma el regidor Bram Harmsma.
“El futuro de Giethoorn es brillante, pero no podemos seguir en la misma línea y dejar que el número de visitantes crezca indefinidamente. El municipio quiere aunar esfuerzos con el sector turístico para regular mejor el tráfico”. El poblado, al norte de Holanda tiene 2 mil 800 habitantes y los días más concurridos recibe avalanchas de 30 mil visitantes.