
Durante décadas, el muelle de Tancol ha sido mucho más que un simple puente entre Tampico, Altamira y el norte de Veracruz; ha sido el latido vital de la región, motorizado por lanchas que cruzaban sus aguas. Sin embargo, hoy enfrenta una amenaza sin precedentes: la implacable sequía que lo ha relegado a un mero recuerdo.
Los atracaderos, antes bulliciosos, ahora son testigos silenciosos cubiertos de tierra agrietada en lugar de su característico lodo. Desesperados por alcanzar Tampico, los pescadores se ven obligados a usar los remos, una práctica impensable en tiempos pasados.
Con niveles de agua históricamente bajos, entre 10 y 15 centímetros, la situación es desoladora para muchos lugareños. “Hace dos años hubo problemas, pero aún había suficiente agua para navegar con el motor. Ahora, todos dependemos de los remos”, lamenta un residente local.
Pero el problema no termina en el muelle. Partes de la laguna también son inaccesibles debido al lodo, dificultando aún más la búsqueda de sustento para los pescadores. Ramiro Barragán, vendedor de pescados y mariscos en el muelle, describe la situación como nunca antes vista en sus 50 años de vida. “Nos enfrentamos a una sequía sin precedentes. Necesitamos lluvias fuertes y abundantes para recuperar lo que una vez tuvimos”, expresa con preocupación.